Laura Encina, influencer de finanzas: «Hay que vivir en base a lo que nos sobra, no en base a lo que ganamos»

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«La cultura del esfuerzo te hace pobre», mantiene la asesora Laura Encina, que dice que en el colchón de emergencia tienes que tener entre cuatro y seis meses de tus gastos fijos y asegura que no hay excusas para ahorrar: «Hay productos de ahorro desde 30 euros al mes»

29 abr 2024 . Actualizado a las 09:49 h.

«Mucha gente no está ahorrando, sino acumulando dinero. Pon tus ahorros a trabajar para conseguir el doble o el triple», indica la influencer financiera Laura Encina, que acaba de lanzar un pódcast, Femme Revolution, por el que pasan mujeres que se han convertido en tiburones empresariales. «Es increíble la cantidad de ellas que todavía les consultan a sus padres o hermanos mayores las decisiones financieras, o directamente son sus padres o sus parejas quienes las toman por ellas», advierte Encina, que tras 15 años asesorando, tiene algunas recomendaciones económicas muy claras. Una es que las parejas mantengan su independencia financiera. Otra, que no amortices la hipoteca con cantidades periódicas, sino que ahorres ese dinero mes a mes para que te genere intereses de cara a una amortización total que te permita ahorrar varios miles de euros. Y, la más importante, que ahorres, ganes lo que ganes. No hay excusas para no salir de la precariedad, asegura.

—¿Cuáles son las barreras que impiden a las mujeres generar riqueza?

—Una de las principales barreras que tenemos las mujeres es que tenemos un gran síndrome de la impostora. Hay muchas mujeres con un gran talento que, o bien porque no tienen referentes o porque no se sienten con esas capacidades, aunque las tengan, no dan el paso. Mi pódcast nace precisamente por eso, porque he dado con muchas clientas en las que he visto un gran potencial y que no habían tomado las riendas de su vida, tanto en las finanzas como a nivel laboral. Quería sacar a la palestra y tener referentes, porque cuando los hay, salta la pregunta de: ‘Si ella pudo, ¿por qué yo no?’.

—¿Sigue faltando libertad financiera entre las mujeres?

—Es increíble la cantidad de mujeres que todavía son sus padres o sus hermanos mayores, con 30, 35, 40 o 45 años, las personas a las que tienen que consultar antes de tomar una decisión financiera. Esto es un hecho. Incluso la ONU establece, además de ese techo de cristal en lo laboral, el techo económico en cuanto a las mujeres. Son muchas las que todavía están en una situación inferior, que tienen que consultar en casa cualquier decisión financiera, que son sus parejas o sus padres quienes las toman por ellas.

—¿Cómo deberíamos plantearnos las finanzas en la pareja?

—Las finanzas son un tema a hablar desde el inicio, al igual que otros. Cuando tú conoces a una persona con la que quieres tener un proyecto de vida en común, tienes la conversación de si quieres tener hijos. Y si una quiere y otra no, puede ser un foco de conflicto. Las finanzas deberían ser algo muy parecido. Saber cómo gestiona esa persona las finanzas, qué tipo de vida le gustaría, si es alguien más consumista o más ahorrador… Y una vez que te conoces, establecer unas normas en común. Eso es fundamental.

—¿Cuentas juntas o separadas?

—Siempre recomiendo que las finanzas sean separadas, y luego tener unas comunes; es decir, que cada miembro de la pareja mantenga su independencia financiera. Y después, tener esas normas habladas de, por ejemplo, cuánto va a aportar cada uno, qué tipo de vida quieren tener… Uno de los principales motivos de separación o de riñas en las parejas es el económico, que genera mucho estrés.

—¿Hay que pensar si vemos el dinero como un fin o como un medio?

—Sí, al final es una herramienta que nos proporciona una serie de cosas. Y hay que valorar lo que nos hace felices, porque a veces utilizamos el dinero para tapar heridas. Ahí es cuando se generan las compras compulsivas, hábitos que no son buenos… Y son esas economías las que se van a pique, por desgracia. La gente, cuando no llega a final de mes, es porque hace compras compulsivas o tiene un nivel muy por encima de sus posibilidades. ¿Por qué? Porque quiere ser igual al entorno que le rodea, porque se ha comprado algo que sabe que no puede permitirse, pero como ha tenido un mal día, ha salido del trabajo y dice: ‘Me voy a dar ese capricho porque me lo merezco’. Ahí es donde vienen los problemas realmente con el dinero. No es cuánto ganamos, es cómo gestionamos lo que tenemos.

—Es difícil no compararse con otros. Con lo que gana otro, con el coche que tiene, con la casa que se ha comprado...

—Sí, porque vivimos en la sociedad de la comparación. ¿Pero a tus amigos por qué los valoras, por lo que son o por lo que tienen? Por sus valores, por su lealtad, por lo que te aportan… No por el coche que conducen. Sin embargo, ¿tú a ti mismo cómo te valoras? Por lo que consigues, muchas veces. Es el mundo de las apariencias, del postureo.

—¿Hay que esforzarse entonces en lugar de mirar lo que hacen los demás?

—La cultura del esfuerzo te hace pobre. Todo lo que merece la pena en la vida conlleva esfuerzo, disciplina y muchísima constancia. Pero vivimos en el mundo de las oportunidades, donde una persona que ha nacido en una clase media o baja tiene muchísimas oportunidades para formarse, crear un negocio, tener una vida financiera abundante… Entonces, ya no prima solamente la cultura del esfuerzo, como ocurría con nuestros padres y nuestros abuelos, que nos decían: «Vete a la universidad, aprende un idioma y ponte a trabajar». A día de hoy, hay que hacer un esfuerzo inteligentemente dirigido. Yo me encuentro con muchas personas que hacen el esfuerzo de ahorrar, y yo les digo: «No estás ahorrando, estás acumulando dinero. Pon tu dinero a trabajar, porque con el mismo esfuerzo vas a conseguir el doble o el triple», que es lo que yo llamo inteligencia financiera.

—¿Y cómo se hace eso?

—Lo primero es crear un presupuesto, no vivir como un pollo sin cabeza de «ganamos y gastamos, y lo que sobra, lo ahorramos». Así no se puede llegar a ningún lado. Es muy importante sentarnos, saber cuáles son nuestros ingresos y gastos, y vivir conforme a los gastos para poder establecer un porcentaje de ahorro, que debería ser lo primero que separemos al recibir nuestro salario. Hay que vivir en base a eso que nos sobra, y no al revés, en base a lo que ganamos. También tenemos que definir una serie de objetivos en la vida, como si quiero comprar una vivienda, tener hijos... y cuantificarlos. Lo siguiente, empezar a distribuir nuestros ahorros y a generar rentabilidad. Hay muchos productos que nos la generan. Aquí sí que es importante la figura de un asesor financiero, que ha sido mi trabajo durante 15 años y sigue siéndolo.

—¿Una inversión para principiantes?

—Es que productos financieros hay cientos, pero yo siempre digo que no son buenos ni malos, sino que hay productos que se adecúan a nuestros objetivos. Para un perfil de cliente, igual un plan de pensiones es un producto favorable, para otros muchos son los pías (planes individuales), que es el auge de cara a la jubilación desde hace unos años, y para otro perfil más arriesgado puede ser la criptomoneda, o igual para otro depósitos o letras del tesoro, porque es un perfil mucho más conservador. Generalizar, decir si un producto es bueno o es malo, es muy peligroso.

—Para el trabajador medio, invertir suena a imposible cuando la inflación ahoga y cuesta llegar a fin de mes.

— Te lo voy a rebatir. Es una de las creencias limitantes más extendidas, la de que ahorrar e invertir es para ricos o gente con dinero. Hay productos de ahorro desde 30 euros al mes. Ahorrar va en función de las prioridades que tengas. El puedo o no puedo es superrelativo.

—¿Cuál es la mejor forma de amortizar una hipoteca?

—Si yo voy ahorrando periódicamente un año, otro año, otro año… dentro de un tiempo, de equis años, voy a conseguir con los intereses que haya ido generando, la misma cantidad económica que yo necesito pagar en mi hipoteca. No me he descapitalizado, y en el caso de que necesite ese dinero, tengo un plan de ahorro mío que no he metido en mi hipoteca en caso de imprevisto. Si no lo necesito, pues he ido ahorrando ese dinero, pero he generado una rentabilidad paralela que me ayuda a pagar cuotas hipotecarias mientras que, de otra forma, el esfuerzo saldría al cien por cien de mi bolsillo. Más que quitarnos con ingresos periódicos la hipoteca, es mejor ahorrarlo, generar un interés, y luego hacer una amortización total.

—Suena bien, pero para la amortización total mucho hay que ahorrar.

—Depende. Yo tengo muchos clientes a los que les hago planes de amortización para equis años. La hipoteca media está a 30 años en España. Si te quedan 20, 25 o 18 años por delante, a lo mejor con 100 o 150 euritos al mes, te quitas 5 o 6 años y te ahorras 20.000 o 30.000 euros.

—¿Por qué los hijos de los ricos son ricos y los de los pobres son pobres?

—Ya lo decía Robert Kiyosaki en Padre rico, padre pobre. La base de todo es una buena educación financiera. Al final, un padre «pobre» lo que nos va a decir es: «Hijo, estudia, ahorra lo máximo que puedas, ten el dinero en el banco a mano por si tienes cualquier imprevisto». Y seguramente al hijo de un rico, su padre o su madre le dirán: «Oye, monta un negocio o lo que te haga feliz. Y haz algo que te dé una máxima rentabilidad y reinvierte el dinero que vayas consiguiendo para que también te dé rentabilidad y vuelvas a reinvertirlo. Al final, el dinero llama al dinero.

—¿Cómo de importantes son las decisiones financieras antes de los 40?

—Lo que hacemos antes no ya de los 40, sino de los 30, marca el resto de nuestra vida financiera. A mí los jóvenes me sorprenden mucho; de hecho, es mucho más sencillo razonar con una persona de 25 años para que ahorre para la jubilación que con una persona de 45. Y tienen acceso a mucha información y formación. Es un gusto sentarse con ellos. Tengo clientes de 19 años que quieren luchar, incluso con trabajos muy precarios, y que te dicen: «Quiero ser rico, y voy a empezar a destinar aunque sea 50 euritos para eso».

—¿Hay que separar el dinero para que no acabe en otra cosa?

—Es vital el preahorro. Si gano mil y aparto 50, yo me adapto a vivir con 950 euros. Si a ti en los últimos años te hubieran rebajado el salario en 50 euros mensuales, tu vida en esencia hubiera sido la misma. No hubieras dejado de hacer grandes cosas ni hubieras sido más infeliz. Si hace diez años lo hubiéramos hecho, hoy tendríamos 6.000 euros más los intereses que hubiéramos obtenido. Y seguramente tener esos ocho, nueve o diez mil euros en una cuenta, te daría la tranquilidad necesaria para saber que, en caso de imprevisto, tienes un colchón que te respalda.

—¿De cuánto tiene que ser ese colchón?

—Esto es relativo, pero el Banco de España establece de media entre 4 y 6 meses de tus gastos fijos. Si tus gastos fijos son de mil euros, el colchón de emergencia no debe bajar de entre cuatro y seis mil.