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La vida de aventura de Mario Poceiro: de viajar solo a Brasil con 11 años, a trabajar en el barco de «Vacaciones en el Mar»

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

SOMOS MAR

Mario Poceiro con cuatro fotos que resumen su vida: izquierda superior, de niño en Río de Janeiro; a su lado, con un buque oceanográfico; abajo izquierda, el barco de «Vacaciones en el Mar» y al lado, con tripulantes españoles del Canarias en Brasil
Mario Poceiro con cuatro fotos que resumen su vida: izquierda superior, de niño en Río de Janeiro; a su lado, con un buque oceanográfico; abajo izquierda, el barco de «Vacaciones en el Mar» y al lado, con tripulantes españoles del Canarias en Brasil RAMON LEIRO

Este vecino de Portonovo emigró en 1958 para reunirse con su madre en Río de Janeiro y más adelante desempeñó diversos puestos en 17 buques noruegos

06 may 2024 . Actualizado a las 11:11 h.

La vida de Mario Poceiro Carballa (Portonovo, 1947) es el reflejo de toda una época y resumen de las experiencias de miles de gallegos en el siglo XX, empujados por la pobreza en la que vivían en su tierra natal a hacer las Américas, y allí prosperar y regresar después a la villa que los vio nacer. Mario pertenecía a una familia de pocos recursos. Su padre, también Mario, murió joven y su madre, Catalina, emigró para Brasil, con el objetivo de asegurar un futuro a sus dos hijos. Fue así cómo la vida del niño cambió totalmente.

En Brasil acabaron reuniéndose su madre y unos tíos y, finalmente, le tocó a él el turno de coger la maleta y pasar a América. Tenía 11 años y subió al Cabo de Hornos, el nombre del barco de pasaje que lo llevaría, 24 días después, a Río de Janeiro. En el entretanto, su experiencia en el barco fue, ya por sí misma, una aventura sobre la aventura. Podría decirse que viajó solo, porque el protagonista de nuestra historia señala que el adulto que tenía que ocuparse de él no le prestó la atención esperada.

«Eu metíame en calquera camarote que estaba libre e en calquera comedor, porque naquel tempo había de primeira e de segunda. Eu metíame dentro, sentábame, comía o que quería e despois saía e ía por aí, polo barco», relata. Aprovechó su habilidad como nadador para conseguir algo de dinero. «Había pasaxeiros americanos que estaban sempre na piscina e eu, o que facía para gañar algo de cartos, porque daban sempre moedas, ía a un mástil na piscina, e desde a metade soltábame á piscina. Dábanme moedas e eu quedaba todo contento», apunta. «Eu a historia sobrevivina ben, era pequeno pero duro», afirma.

Al llegar a Río de Janeiro, le impresionó. «Eu quedei medio asustado cando vin a bahía de Guanabara, porque na miña vida vira cousa semellante». Allí, en el muelle lo esperaban su madre y sus tíos y empezó una nueva etapa, yendo al colegio, aprendiendo portugués y graduándose. Su primer trabajo era ayudante de oficina y siguió estudiando. Entonces surgió una nueva oportunidad.

«Eu tiña un tío, Otilio, que todo o mundo coñece por Carramón, e el traballaba nun barco noruego. Chegoume a Río de Janeiro e díxome ‘Mario, ves comigo’». Así a los 18 años se fue con su tío a un mercante. «Eu non tiña nin idea da vida do mar. Embarcoume nun barco noruego e metéronme na máquina, a limpar todo».

Un año después, tras la venta de ese barco, regresó a Portonovo y poco tiempo después probó suerte otra vez en la emigración, pero no en América, sino en Bergen, en Noruega. En la ciudad escandinava encontró en una oficina a un noruego casado con una chilena, lo que le brindó la posibilidad de embarcar en un barco que hacía la ruta a Sudamérica.

Acabó gustándole el trabajo. «Eu andei polo menos en 17 barcos mercantes, de varias clases», señala. «Empecei de camareiro da tripulación, e despois fun moitísimo tempo camareiro de oficiais», indica.

Un crucero televisivo

Uno de los barcos en los que embarcó y cuya foto decora una de las paredes de su casa es el Royal Viking Sky, un crucero de pasajeros de lo más moderno de la época. «É aí onde fixeron a película Vacaciones en el Mar, aí traballei eu na cociña, en provisións e logo na máquina», explica.

A este último puesto accedió cuando los oficiales se dieron cuenta de que aquel español hablaba noruego e inglés y el jefe de máquinas lo mandó a su sección, donde había también un operario de Ponteareas. «Ao final acabei sendo o motorman, mecánico de máquinas, que en español creo que é caldereteiro», subraya. En este crucero trabajó nueve años.

«Os artistas e a compañía xa traía a xente deles. Eu tiña acceso desde arriba e miraba como o rodaban», explica. Recuerda como el barco de Vacaciones en el Mar hacía rutas de Fort Lauderdale a Miami, en Estados Unidos, y a las islas del Caribe, funcionando como un buque normal, mientras que una de las cubiertas se quedaba reservada para los actores y la producción. Mario nunca interactuó con los actores, salvo una ocasión, que Telly Savalas lo vio mirando lo que hacían y le dijo que se fuese, cosa que hizo.

Casado en Portonovo con Sara Bea en 1974, Mario siguió haciendo vida entre el mar y su Portonovo natal, donde ahora vive tras su jubilación. ¿Tiene morriña de su trabajo? Mario contesta sin dudar: «¿Da navegación? Si, si que a boto de menos. Botei moito de menos o cruceiro porque para nós era unha marabilla».